El cáncer es una de las enfermedades con mayor prevalencia a nivel mundial.
Se llevan a cabo diversas investigaciones para entender los mecanismos involucrados en su aparición y desarrollo. Actualmente hay fármacos que controlan y hasta curan algunos tipos de cáncer.
El cáncer es un proceso muy complejo caracterizado por la proliferación de células que logran evadir a los diversos mecanismos supresores del crecimiento celular. Estas células tienen un comportamiento inusual frente a la apoptosis, que depende del grado de progresión en que se encuentre el tumor, en los casos en que se encuentren formados. Las células tumorales además tienen un potencial de replicación ilimitado, inducen la angiogénesis (formación de vasos sanguíneos a partir de los ya existentes), la invasión y la metástasis.
Además, cada tipo de tumor en sus diferentes períodos de crecimiento, promueve mecanismos que le permiten sobrevivir, proliferarse y diseminarse. Estos mecanismos se basan principalmente en mutaciones aleatorias que incluyen reordenamientos cromosómicos. Los procesos inflamatorios y las lesiones malignas también pueden contribuir a la progresión de un tumor maligno.
Unidas a estas características, conocidas desde hace años, recientemente se han descrito otras que ayudan a la comprensión de la enfermedad: las células cancerígenas son también capaces de reprogramar el metabolismo energético para lograr su crecimiento y proliferación. Los estudios han arrojado evidencias del rol del sistema inmune en la supervivencia y erradicación de los tumores no virales, desplazando el criterio de que los tumores pueden deshabilitar componentes del sistema inmune y con ello sobrevivir y mantener su crecimiento. Los mecanismos subyacentes en esta relación son más complejos y siguen siendo objeto de estudio, pero existen evidencias que inducen a analizar cada tumor por el comportamiento específico de las células que lo forman y su microentorno.
Las investigaciones acerca del cáncer arrojan que hay tanto factores externos como internos que pueden desencadenar la enfermedad. Se considera que solamente entre el 5 y el 10 % de los casos de cáncer están dados por defectos genéticos hereditarios. En estos casos se trasmite de padres a hijos uno o varios genes mutados que hace más probable que se desarrolle la enfermedad cancerosa.
Los factores externos, conocidos como agentes carcinógenos, son de naturaleza variada e incluyen desde hábitos que pueden ser erradicados, agentes químicos y físicos a los que pueden encontrarse expuestas las personas a lo largo de la vida, hasta agentes infecciosos como el virus del papiloma humano y el de la hepatitis B.
Conociendo los mecanismos por los cuales pueden crecer los tumores se desarrollan terapias para inhibir su progresión y si es posible, eliminarlos. Estas terapias están basadas en el uso de inhibidores de diferentes procesos: de la glicólisis aeróbica, con el objetivo de impedir el crecimiento y proliferación de células cancerosas; de la telomerasa, que es una enzima transcriptasa con ARN propio involucrada en los procesos de inmortalidad celular; de la PARP (poli ADP-ribosa polimerasa), proteína nuclear implicada en procesos inflamatorios; de las señales del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) necesario para la angiogénesis; del protooncogen MET que codifica la proteína conocida como factor de crecimiento hepatocitario (HGF/c-Met), entre otros.
Hasta el siglo pasado el cáncer era descrito como la enfermedad provocada por una serie progresiva de mutaciones genéticas, en los genes supresores de tumores y los oncogenes, y por defectos cromosómicos. En el 2006 se publicó un estudio que demuestra que las alteraciones epigenéticas juegan un papel determinante en la formación y progreso de un tumor, de aquí que los reguladores de la cromatina hayan pasado a ser dianas terapéuticas muy importantes en el estudio del cáncer.
En la década de los 90 se publicaron algunos trabajos sobre el efecto de las vitaminas y minerales en la prevención del cáncer. Investigaciones más recientes no han podido encontrar ninguna correlación entre la ingesta de suplementos de vitaminas y minerales y la prevención del cáncer.
Se ha demostrado que algunos fármacos pueden prevenir la aparición de tumores malignos, como es el caso de los inhibidores de las 5-alfa reductasas que previenen el cáncer de próstata. El efecto preventivo de antiinflamatorios no esteroideos y fármacos que activan el sistema inmune continúa en estudio.
Los fármacos usados en el tratamiento de los tumores en un inicio eran compuestos sintéticos, citostáticos como el cisplatino y otros complejos metálicos análogos, el doxorubicin, el 5-fluorouracilo y el paclitaxel. Actualmente se utilizan fármacos de origen biológico como las citocinas y los anticuerpos monoclonales. Se han propuesto diversos métodos para que la administración de los fármacos tenga menos efectos secundarios indeseados, entre estos métodos se puede destacar la terapia fotodinámica y la inmovilización en nanopartículas.